26 marzo 2006

El 24 de marzo

La recuperación de la memoria histórica es importante, pero sería interesante no olvidar que lo es en la medida que sirve para entender la realidad presente. Por eso el Poder se empeña en borrarla, deformarla y torcerla, tanto más cuanto más cercana sea. El poder de los medios de comunicación se aboca a tergiversar el presente, que es también historia.

Pasado un tiempo, digamos 30 años, el Poder nos dejará recuperar retazos de una memoria acerca de hechos convenientemente alejados de hoy, nos dejará establecer ciertas conmemoraciones, dejara caer en la cárcel a algunos de sus torturadores más repugnantes (en el fondo, las clases dominantes no dejan de mirar con cierto asco a un Turco Julián, tanto más cuanto suelen verlo en el espejo), y admitirá que sí, que hubo algo que anduvo mal, repartiremos culpas entre "todos los argentinos" y trataremos de reconciliarnos con la picana eléctrica, o con la mano que la empuñaba, o con la cabeza que la dirigía, o con la empresa de seguridad privada, o con ese político tan atildado que propone "crecimiento".

Entretanto, los que no tienen siguen no teniendo, cada vez menos, para que los que tienen sigan teniendo, cada vez más.

Hagamos un paréntesis para las críticas habituales: "Reduccionismo, simplificación ¿no ves que la realidad es más compleja?" Salir a la calle y ver al pibe que - con eminente sentido práctico - se duerme en la calle justo pegado a la salida de ventilación que da a la cocina de la pizzería: calefacción. Y claro: la realidad es complejísima, está llena de detalles sutiles. Lo que olvidan los amantes de los detalles es la diferencia entre - precisamente - los detalles y lo urgente, lo dramático y lo principal. Los detalles y la complejidad son un excelente refugio para el que quiere que su conciencia se deje de joder. Cerremos el paréntesis.

Hasta esa militante de hierro a quien - honestamente - nadie está en posición de exigirle absolutamente nada y menos yo, cede a los sortilegios de lo simbólico y declara que "ya no hay un enemigo en la Casa Rosada". Como si realmente importara quién está en la famosa Casa Rosada. Como si eso fuera una causa y no lo que es: una mera consecuencia.

De la mano de una coyuntura favorable y un gobierno que hace más de lo que jamás soñamos, Argentina vive otra primaverita. Oscilamos entre sorprendentes primaveras e infiernos sin salida. Nadie se atreve a hacer predicciones porque sabemos en el fondo que nuestro país no es nuestro. Incrédulos y al mismo tiempo ingenuos, vamos tirando.

El 24 de marzo decimos "Nunca Más", en el mismo instante en el que se llevan de los pelos a menores en Las Heras y los torturan en las comisarías. En el mismo momento en el que revientan a golpes a un pibe en una villa.

EL 24 de marzo declaramos - los orgullosos y sufridos habitantes de la clase media - nuestro compromiso con el orden democrático, cuando sabemos perfectamente que hay un orden para nosotros, otro orden para la Villa 31, y otro orden para los dueños de la manija. Nociones como "país" y "ley" son fetiches para las clases medias que se aferran a ellos con desesperación en busca de una normalidad. Los desposeídos y los dueños de todo saben muy bien que son una mentira de la que pueden y deben prescindir.

El 24 de marzo será feriado. Y está bien. Quien quiera ir a la disco que vaya, total... ser un idiota es al mismo tiempo una elección y un destino irrevocable. Y al fin y al cabo ¿a dónde ir? A la disco, a misa, al comité, a la asamblea del barrio, al club o a la cancha. A ver a la Bersuit o a U2 o al Pastor Giménez. Ir a alguna parte a pertenecer y a decir: "yo soy esto".

Pero el 24 de marzo está ahí enseñándonos que no somos nada frente al Poder, que tratamos que nuestros hijos tengan una mejor calefacción que la del pibe durmiendo al lado de la pizzería, que buscamos desesperadamente resquicios para atrapar el mango, que maniobramos dentro del margen que nos dejan, cada vez menor.

Un día el pibe que duerme al lado de la pizzería levantará el puño. Ese puño convocará no a la disco, ni a misa, ni a la asamblea, ni al comité, ni al club, ni a la cancha.

Ese puño es el único que puede aplastar al 24 de marzo, hacerlo reventar de una vez y para siempre.

04 marzo 2006

El Foro Social Mundial y la parálisis



He recibido (gracias Niño Barroco, lejaim) esta interesante nota de Le Monde (le Diplo para los chetos) acerca del Foro Social Mundial.

I - Presentación

Para los que no quieren leer toda la nota: habla del incipiente conflicto que empieza a expresarse en el FSM acerca de la conveniencia o no de generar alguna forma de organización, o al menos agenda temática en el mismo. El crecimiento vertiginoso del FSM lo está convirtiendo en una masa de múltiples debates, pero esto dificulta la toma de decisiones. La nota manifiesta básicamente que existen dos posturas:

a) La de quienes plantean la necesidad de alguna clase de organización o agenda cuyos contenidos estén basados en alguna forma de democracia interna argumentando que el FSM corre el riesgo de devenir un simple encuentro folklórico o en el mejor de los casos un recinto para manifestar buenos deseos, paz y amor para todos.

b) La de quienes abominan de todo esto, esgrimiendo que las experiencias de "centralismo democrático" en el bloque comunista dejan en claro que toda forma de organización atenta contra la horizontalidad, la diversidad y la multiplicidad que enriquecen al FSM. Se alerta contra un peligro de "copamiento" del FSM por alguna organización política que "baje línea".

II - El verdadero problema, según el juicio del gil que escribe esto

Veamos el tono general: creo que se trata de un debate que se repite constantemente. Me parece que se parte del error ideológico de suponer que una toma de partido clara por el proletariado o el socialismo llevará inevitablemente a una burocratización, autoritarismo, bajada de línea o "copamiento".

Si por "copamiento" se entiende que el FSM (o cualquier organización) adopte una línea política clara, entonces yo diría: y... sí, una vez que se adopta una posición clara ante un problema, se adopta también una línea política que "copa" la organización. Este tipo de "copamiento" no es temible, no debería serlo, se trata simplemente de decir: "vamos para allá" o "vamos hacia algún lado", lo que parece causar horror en más de uno.

En verdad, lo que se deja de lado es que el FSM ya está de alguna manera "copado". Lo que en el artículo se expresa como un temor es más bien una triste realidad: el FSM ya es un inofensivo encuentro folklórico sumido en la inacción.

III - Las tendencias y sus orígenes o ¿Qué carajo estamos discutiendo?

Es perfectamente entendible que en una organización política cualquiera haya tendencias, pero las tendencias políticas no vienen de un huevo. Las tendencias expresan intereses, presiones y pujas que provienen de... ¿de dónde pueden provenir? Una organización política está inmersa en la sociedad, y no puede menos que expresar los conflictos de intereses de la misma: los intereses sociales en pugna; de esto no se salva ni el partido más revolucionario.

La opinión pública, los medios, los compromisos de los distintos actores sociales no pueden dejar de expresarse en una organización política de cualquier naturaleza, ni el FSM ni ninguna organización política viven aislados del conflicto social en el que están inmersos, sus pujas internas representan intereses concretos, ninguna idea política es neutral.

Ahora bien, si todas las tendencias se anulan entre sí, si se pretende - bajo el pretexto de una horizontalidad imposible en cualquier organización (ya que el sentido de la palabra "organización" implica diversidad de tareas) - que el FSM no adopte ninguna línea de acción por miedo al "copamiento" entonces objetivamente sí se está adoptando una: la de no hacer nada, la de ser precisamente un encuentro folklórico.

Se trata de aplicar el más elemental sentido común: si en una organización cualquiera existen tendencias, y si esas tendencias expresan posiciones inconciliables, o que tocan aspectos fundantes (qué sistema queremos, qué intereses defendemos y cuáles combatimos) ¿qué hacer para contenerlas dentro de la organización? Lo mejor es simplemente votar y decidir qué hacer. Las bases tienen que mandar.

La alternativa de no tomar decisión alguna (para evitar "copamientos") es en realidad tomar una decisión: quedarse ahí. Pero "quedarse ahí" no es gratis ni neutral si se trata de una organización que pretende cambiar algo.

IV - Dirección + Control Democrático o Las Brillantes Soluciones

La dialéctica dirección/control democrático existe en cualquier organización que se precie de tal. Claro que el control democrático puede fallar (todo puede fallar), pero sin dirección ¿qué control democrático va a haber? Si la organización no decide a dónde va, entonces nos ahorramos el terrible problema de controlarla... ¡brillante solución, fantásticamente horizontal!

Y cuando digo "dirección" no me refiero a Fulano o Mengano en el poder, me refiero a decidir lo elemental: ¿qué hacemos? ¿cuál es nuestra posición frente al conflicto social? ¿qué proponemos? La dirección no tiene otra tarea que cumplir con esos objetivos decididos democráticamente.

V - No propongamos nada = no tendremos problemas

Es muy difícil entender hoy día lo que el FSM propone en muchos temas, pero inevitablemente las tendencias existen: las clases más postergadas reclaman una posición más radical contra el capitalismo y/o alguna forma de socialismo, y los representantes cooptados por el discurso burgués perfieren centrarse en las famosas políticas de género, la ecología, la multicultura, las artesanías pintorescas... en fin: lo folklórico que agrada a las clases medias (que no tiene problemas demasiado urgentes) y que no inquietan al gran capital.

De manera que detrás del debate organizativo lo que se esconde (cada vez menos) es el debate ideológico. Ni bien alguien dentro del FSM dice: "Bueno, che, ¿y si decidimos qué vamos a hacer? No sé... debatamos, votemos, pero comprometámosnos a ir hacia alguna parte" enseguida salta el posmerío a decir: "Horror!! Se viene el stalinismo! Mejor sigamos cada uno en cualquiera y dejemos que las cosas se decidan... nunca ¡Eso es democracia y horizontalidad!"

Resultado: las organizaciones de izquierda ven desvanecerse su perfil, y terminan en variantes del tipo "más de lo mismo". Después nos quejaremos amargamente del Pensamiento Único.

VI - Filosofía de la inacción

Las variantes filosóficas concomitantes con este (no) accionar político son las ya viejas conocidas del posmodernismo y llevan el absurdo al extremo, pero cuadran perfectamente: "La realidad es incognoscible/indecidible/una construcción del discurso".

La "diversidad" es entendida como una homogeinización brutal en la que nada puede decidirse y el más elemental sentido común es puesto en entredicho, no para profundizar ningún análisis sino precisamente para evitarlo. La menor actividad científica o tendiente a asegurar un conocimiento para el hombre son denunciadas como "autoritarismo" y "El proyecto del Iluminismo que nos llevó a Auschwitz". Bostezos generales.

VII - El espantoso Centralismo Democrático

El error ideológico parte de identificar automáticamente centralismo democrático con stalinismo. Es un error inducido por la presión ideológica que la burguesía ejerce sin cesar sobre los movimientos de izquierda para sumirlos en la parálisis (con enorme éxito hasta ahora). El stalinismo no es fruto del centralismo democrático sino del triunfo del socialismo en un estado atrasado y aislado. El temido centralismo democrático fue precisamente la primera víctima del stalinismo.

El centralismo democrático no es más que la democracia aplicada al partido de la clase obrera. Incluso la elemental democracia liberal implica un centralismo democrático: se vota un gobierno que luego todos acatan, y se suman mecanismos de control, pero nadie abomina de la dirección como si fuera un horror. No se termina de explicar por qué razón la existencia de una dirección se acepta como una bendición cuando es la burguesía la clase dominante y es el demonio cuando se trata de una organización de izquierda.

La diferencia es simplemente el carácter de clase del partido o la organización ¿A quién representa? ¿Qué interés defiende?. A la hora de decidir la posición que toma frente al capitalismo, frente a qué sistema se quiere, entonces ya se empieza a hablar de intereses de clase, y la puja de estos intereses es lo que hoy agita a las organizaciones como el FSM bajo el cuco del horror a tomar decisiones.

VIII - ¿Intereses de clase dijo?

Si, ya sé: ilusiones. Mejor sigamos viendo a Tinelli y esperemos que las cosas se arreglen. Solas.