14 febrero 2006

Programas económicos en TV: todos con la misma camiseta.


I – Siempre igual

Prender la tele y ponerse a ver programas de análisis económico es fascinante. Desde hace quince años se dice lo mismo, (lo mismo, lo mismo, lo mismo, lo mismo) de la misma manera como si se tratara del descubrimiento de la piedra filosofal. Y esto no es casual.

Un conductor y un economistejo invitado se afanan por coincidir en diagnósticos, previsiones y consejos. Se diferencian en prácticamente nada, las preguntas y las respuestas están más que evidentemente pautadas y pactadas. La pose es de invariable suficiencia: ojos entrecerrados, voces cancheras, y cabezas que al afirmar se sacuden de un lado a otro como quien explica al espectador lo evidente ¿El contenido? razonamientos que son un insulto a la inteligencia media.

Aclaremos que quien escribe esto no es un experto en economía ni mucho menos, es un simple tipo que intenta conservar un mínimo de sentido común.

II – El Juego de las Tarifas Públicas o Adivine Quién Pierde

Veamos el contenido: madrugada del martes 14/02/06, tres y pico de la matina, canal 14. Ni idea del nombre del programa, pero no importa ya que son siempre iguales: el ineluctable conductor y el no menos ineluctable "experto" departen acerca de las expectativas inflacionarias para la Argentina. Se termina hablando, claro, de las tarifas de servicios, y el ínclito capo de la city porteña dice algo así, prestemos atención por favor:

"…hay acuerdo para congelar las tarifas, pero esto tampoco es demasiado conveniente, ya que si no suben en el 2006, en el 2007 tampoco podrán subir ya que hay elecciones, con lo cual en el 2008 el aumento será explosivo…"

Guardemos por favor un respetuoso silencio frente a semejante alarde de superior intelecto ¿esto es un economista? Pregunto nomás. Porque José Ciudadano Medio podría preguntar: "Y dígame doctor, Ud. que la tiene clarísima, ¿me podría explicar por qué catzo las tarifas tienen que subir sí o sí?"

Digo, no estaría de más dar una explicación. Una posible (si quiere le facilito una, doctor) sería que el alza inflacionaria encareció los costos reales, y esto exigiría una puesta al día. Sonaría razonable, pero aquí cabría preguntar entonces qué pasó durante tantos años de inflación cero en los cuales las tarifas subieron igual. O cuál es la verdadera alza de costos que sufrirían las empresas del sector… en fin, un debate interesante y mucho, ya que toca nuestro bolsillo ¿no?

No. Nada de eso. Justamente estos programas (que sufrimos en variadas modalidades desde hace décadas) se basan en que hay principios ya establecidos que no se tocan, son Sagrados, Inamovibles, Fundantes. Religión pura, bah. El Gran Capital Nunca Pierde, Tu Sí, Apréndelo Oh Gil de Goma, podría ser una de sus leyes bíblicas.

III – El Satánico Dr. Déficit

Otra incansable gansada es el omnipresente Déficit Fiscal, La Bestia Negra, la Bruja Mala de los economistas del sistema. ¿Qué cosa es el famoso déficit fiscal? De una forma muy somera se puede decir que es la diferencia entre lo que el estado recauda y lo que gasta. Las cuentas del estado – como las de cualquier empresa – registran entradas y salidas, y el resultado neto es el famoso déficit (que podría ser cero, o negativo, en cuyo caso sería superávit).

Siguiendo el gastadísimo libreto mil veces repetido, el personajillo invitado explicó que la inflación era tolerable por el momento, pero que el estado tenía que… ajustarse a la ortodoxia económica para bajar el déficit fiscal por medio de un achique del gasto público. ¿A alguno le suena? ¡Claro amigos! Es lo que venimos oyendo desde lo que parecieran ser siglos, y lo que desembocó en Mendes, Dominguito Cavallo y Cía.

Y la realidad es que se trata de una muestra de ignorancia económica que a cualquier habitante más o menos informado del Primer Mundo le haría caer la mandíbula al suelo.

El déficit fiscal no sirve para medir la sanidad de la economía de un país. Baste decir que Japón tiene un déficit fiscal alto (alrededor del 7%), al igual que EEUU y la UE (alrededor del 5%).

¿Por qué ocurre esto? Porque el estado no es una empresa, su objetivo no es ganar dinero. Si el estado invierte en educación, salud, infraestructura productiva, entonces su economía es atractiva aunque tenga altas tasas de déficit fiscal, porque dichas inversiones pueden considerarse activos tangibles o intangibles de la misma.

Cuando estos pedantes difusores de ignorancia hablan de déficit fiscal, lo que quieren decir es que el estado no debe jamás promover el bienestar de la población. Por supuesto: jamás se discuten los subsidios a empresas, la quita de aportes patronales o retenciones a la actividad agropecuaria, la compensación a los bancos, la regresividad de la estructura impositiva o la gran evasión fiscal, no no no no no no, esto (que es dinero que el estado objetivamente pierde) jamás de los jamases es criticado como fuente de pérdidas para el estado. La cosa es siempre "achicar" el "gasto".

Tampoco se menciona la deuda externa como fuente de dicho déficit. El estado argentino destina un superávit fiscal de un 3% al pago de la misma (compárese con el alegre déficit de los países desarrollados). No hace falta un cerebro privilegiado para entender que así no hay inversión interna posible.

IV - Oiga, déjese de gastar, ¿quiere?

Veamos otro botoncito de muestra: el aburridísimo cara de piedra nos ilustra con que:

"… los salarios pueden subir pero dentro de un límite, puesto que una suba excesiva aumentaría la demanda y esto provocaría una presión inflacionaria".

Todavía no puedo creer que un tipo que se dice economista insista con esto. Es ridículo. Y sin embargo mucha gente asiente y lo da por hecho.

Claro, si se fabrica dinero con una maquinita y se usa para pagar salarios, es como pagar con moneda falsa: pronto la mayor demanda depreciará el dinero en el bolsillo del trabajador. Eso lo entiende cualquier escolar, no expliquemos más lo evidente. La pregunta que todos estamos esperando, que todos queremos ver respondida es por qué joraca no puede subir genuinamente el poder adquisitivo de los salarios. Entremos en ese debate de una buena vez.

Y para empezarlo no estaría mal señalar que en cuestiones de alimentos – y más allá de que es una vergüenza que en zonas y estratos sociales del norte argentino no pueda comerse carne – el debate con los productores agropecuarios (estos parásitos que jamás han hecho la menor reinversión y han vivido de eternas rentas merecen un post aparte) es simple: quieren ganar en el mercado interno lo mismo que en el externo. Y eso sencillamente no puede ser. Argentina tiene recursos alimentarios suficientes para abastecer su mercado interno, así que ahí hay un buen ejemplo de insumos básicos que no tienen porqué sufrir la menor presión inflacionaria en caso de aumento de salarios. ¿De qué aumento de la demanda hablan si todo el mundo sabe que hoy hasta el argentino medio cuenta sus monedas? Lo único que podría llegar a sufrir presiones alcistas sería el precio de los mp3 players.

Pero todo esto jamás se discute. Nos quedamos en el círculo vicioso: no se puede aumentar esto porque aumenta lo otro. Si no se aumenta hoy, entonces deberá aumentar mañana, y así eternamente.

V – ¿Y por qué?

Eso, ¿por qué? ¿Por qué tenemos estos programas que una y otra vez repiten lo mismo hasta instalar en la opinión pública esta sensación de callejón sin salida?

La pregunta contiene en sí misma buena parte de la respuesta.

A alguien seguramente le interesa instalar este discurso. La economía es una ciencia que toca intereses fuertes. Por algo se creó la escuela de economistas de Chicago de la que salió Joe Martínez de Hoz, Milton Friedman y otros genios a los que tanto debemos.

Y por algo cuando alguien dice "analista económico" nos viene siempre la imagen de algún yuppie mersa surgido de lo más inescrupuloso de la city porteña.

Recordemos que este discurso, bombardeado hasta el hartazgo por figuras prominentes (el repulsivo Bernie, el hipócrita Grondonita, et altri) nos llevó a donde ya sabemos demasiado bien. No lo aceptemos, preguntemos, volvamos a preguntar. Si alguien tiene hambre en el país de las vacas, entonces es que algo anda muy mal.

A no rendirse. Y como decía el inolvidable Tato antes de desearnos Good Show: atenta la neurona.

06 febrero 2006

Cooperativa Cristal Avellaneda: botón de muestra

I - ¿Alguien sabe lo que significa "industria nacional"?

Recordar el pasado es importante, pero más aún lo es recordar el presente.

Muchos se acordarán de los platos y vasos Durax, y la famosa propaganda que los definía como para "toda la vida". Durax fue un producto estrella de la fábrica Cristalux, una de las que aún formaban la industria nacional en las décadas del '70, '80 y parte de los '90. Cristalux fabricaba artículos de vidrio: vasos, platos, bols, etc.

¿Qué pasó con esa industria nacional? El destino de Cristalux puede ilustrarlo con plenitud. Como sabemos (y vivimos en carne propia) el capitalismo privilegia la ganancia. Según la escuelita clásica del liberalismo el afán de lucro moverá al capitalista a la inversión, la inversión creará puestos de trabajo, y los puestos de trabajo nos harán felices a todos. No se rían por favor, estoy leyendo un libreto que no es mío.

El problema aparece cuando no es la inversión (o mejor: no la inversión productiva) la que genera ganancia. Con la famosa paridad monetaria que nos convirtió en un maravilloso país del primer mundo (1 peso = 1 dólar) el costo de mano de obra resultó demasiado caro, en otras palabras: ¿para qué pagar salarios a valor dólar cuando es más fácil importar? Fue cuando aparecieron los famosos "Todo por 2 pesos", y cuando las pocas industrias que quedaban en el país empezaron a valer más muertas que vivas.

II - Vaciame que me gusta

Cristalux llegó a emplear a 1.500 trabajadores. Pero en el 2000 sufrió quiebra, y cerró en el 2001 ¿El motivo? nadie lo explicó oficialmente pero ni falta que hace: ante el cambio de condiciones económicas el capitalista ve otro negocio más rentable, y decide reinvertir el dinero - que sustrajo plusvalía mediante a los trabajadores - en emprendimientos más atractivos generalmente fuera de la Argentina. La fábrica empieza a ser un estorbo.

Cristalux no quebró por condiciones económicas objetivas (incluso la devaluación hizo al vidrio más competitivo frente al plástico) sino por un proceso premeditado de vaciamiento y destrucción. Muestra de los nada originales métodos de vaciamiento es la creación de una empresa fantasma para acumular las ganancias y dejar exclusivamente deudas: sencillo y efectivo. Cualquiera que camine por el sector industrial de Avellaneda verá un cementerio de fábricas que atestigua casos similares.

Pero los trabajadores recuperaron la fábrica que hoy se llama Cooperativa Cristal Avellaneda. Tuvieron que luchar lo indecible, primero las trabas judiciales y luego el vaciamiento físico de la fábrica, todo fue desmantelado y saqueado: cables, matricería, stock, moldes; lo que no se pudo sustraer fue destruído e inutilizado.

III - Aguante es... esto

Un puñado de obreros perseveró: montaron una carpa para detener el saqueo y salvar lo mínimo, pelearon para lograr la autorización de entrar, barrieron y limpiaron, desmontaron los hornos existentes ladrillo por ladrillo para montar uno nuevo (los hornos de fundición originales fueron expresamente dañados para dejarlos inutilizables), vendieron lo poco que pudieron encontrar para capitalizar la fábrica (escombros, cartones, chatarra... casi cirujeo), laburaron sin luz desde la mañana a la noche, y algunos incluso sábados y domingos.

Continuaron fabricando hornos y reinvirtiendo el total de la ganancia en la fuente de trabajo, lograron hacer saltar la producción a más del doble gracias a la reautomatización de la planta (un esfuerzo técnico notable conseguido a partir de casi nada). Hasta enfrentaron sabotaje e intentos de soborno.

Hoy Cooperativa Cristal Avellaneda da trabajo a 170 personas fabricando platos, vasos, artículos de regalería e incluso han logrado revivir el proceso especial de producción Durax (sugiero prestar atención a las declaraciones que hacen los trabajadores respecto de la marca, en la nota linkeada al final de este post, compárese con el standard ético comercial al que estamos acostumbrados).

Este caso es uno entre muchos: Zanón, Brukman, Metalúrgica La Baskonia, etc. ¿Por qué le dedico un post? Porque tiene que ver con vos, y conmigo, y con todos.

IV - La acumulación capitalista y el desastre

Si tuviera que responder a la pregunta "¿Por qué sos marxista?" respondería con esta otra pregunta: ¿qué modelo de gestión de la producción demuestra más eficiencia, previsibilidad y compromiso con el bienestar humano? Cualquiera puede comparar Cristal Avellaneda con una corporación capitalista y notar que es mucho más precaria, pero ¿desde dónde se levantó? ¿no ha demostrado la gestión obrera ser mucho más lógica? ¿quién dice que el capital no puede ser gestionado por los propios trabajadores? ¿cómo pretende erigirse una economía nacional (y mundial) en beneficio de todos sobre la base de la acumulación capitalista?

La acumulación capitalista no tiene más objeto que sí misma, se asegura por cualquier medio y de cualquier forma. Esto es así y lo vemos todos los días por más que los charlatanes economistas del sistema inventen eternas fórmulas, los charlatanes políticos burgueses insistan en vender lo invendible, los charlatanes intelectuales progres divaguen gansadas y los charlatanes moralistas quieran inventar el capitalismo buenito.

El capitalismo nos hace vivir en un mundo en el cual el futuro prácticamente no existe: la descomposición social, la imprevisibilidad de los movimientos de capital, el saqueo sin medida de los recursos y la transformación de toda legislación y control democrático en papel mojado. Cualquiera que viva en la Argentina lo sabe: nadie está 100% a salvo de la miseria, porque este orden no garantiza nada a nadie, sólo obliga a acumular con el doble propósito de alcanzar la riqueza y gambetear la pobreza ¿Quién de los que lee esto no vive angustiado ante el futuro propio y/o de sus hijos?

V - Ajá, ¿y entonces?

La única clase que sigue siendo la esperanza de la humanidad es la que hace todo aquello que nos rodea: la casa, el auto, la computadora con la que escribo y el monitor en el que estás leyendo, la silla sobre la que estamos sentados y el techo que nos cubre. El modelo de sociedad que necesitamos es aquel en el que todas las instancias del proceso de producción de bienes (inversión, "know how", organización y métodos, trabajo manual) estén democratizadas al máximo, y eso sólo es posible si son los trabajadores los que detentan el poder político. Cooperativa Cristal Avellaneda es un ejemplo.

El poder político no pertenece a un presidente, ni a un parlamento, ni siquiera a un dictador. El poder pertenece a una clase, y mientras no llegue a las manos de quienes trabajan, no cambiará nuestro futuro. No importa cuánto declamen los profetas del paraíso posmo (y de todos los paraísos), alguna vez habrá que tomarse la realidad en serio.

Cooperativa Cristal Avellaneda: Avenida Hipólito Yrigoyen 2008, Avellaneda, 4228-0059/0060, cristalavellaneda@yahoo.com.ar.

¡Acérquense y cómprense algo! Se esté de acuerdo o no con mi punto de vista, ellos lo merecen.

Una excelente nota que salió en Página/12 (esta sí es buena) cuenta por boca de los protagonistas lo que tuvieron que pelear y lo que hoy son capaces de hacer.