¡¡Cuidado que se viene el zurdaje, Monona!!

I - ¡¡Alegría alegría!!
Como ganó Evo Morales en Bolivia, los analistas son unánimes: ¡tenemos un montón de gobiernos de "izquierda" en Latinoamérica! (¡iupiii!). Podemos completar con Chávez, Kirchner y Lula el cuarteto de gobiernos "izquierdistas" que hacen huir despavorida a Doña Rosa.
Lo que nadie dice es que llamar "izquierdistas" a estos gobiernos es la trampa del Pensamiento Único bajo el cual estamos todos aplastados sin poder mover ni media neurona.
El Pensamiento Único es la nueva forma de sutil dictadura a la que estamos sujetos, y según la cual podemos elegir un presidente, podemos elegir un parlamento, y podemos elegir un concejal. Lo que no podemos de ninguna manera, oh tercermundianos, es cambiar nada que moleste a quienes tienen la manija. El que elijamos deberá ejecutar políticas ya cocinaditas dentro de un sistema ya predeterminado por… bueno, por los que tienen la manija, claro.
Por eso es que hoy hablar de política nos suena a paja irrealizable: simplemente hemos internalizado que "no podemos" cambiar nada a cierto nivel. Nos dirigimos entonces a "lo concreto": el semáforo, el bache, el precio del cable, la asistencia social. Y ni siquiera ahí tenemos demasiado éxito.
Y también por eso hoy "izquierda" quiere decir un discurso, una declaración de buenas intenciones y una actitud ante el pasado. Pero lo que de ninguna manera quiere decir "izquierda" hoy es nada parecido a desmantelar el capitalismo. De eso ni hablar, amiguitos.
Ni Kirchner, Ni Lula, ni siquiera el cuco Chávez han tocado una sola de las bases del sistema capitalista. Se han limitado a quitarle algo de poder político a las clases altas para negociar con el imperio algunas condiciones y congelar la catástrofe (aunque casi sin revertir los efectos) a la que fueron llevados esos países por el neoliberalismo ultracorrupto.
Todo esto cuenta con el apoyo tácito (aunque a regañadiantes y por eso inestable) de las grandes burguesías locales.
II - ¿Y por qué, se puede saber?
La razón es simple: no es casualidad que todos estos gobiernos vengan luego del desastre que produjo el neoliberalismo más podrido: Venezuela optó por Chávez luego de la desesperación en la que fue sumida por Carlos Andrés Pérez, caracazo incluido; Brasil eligió a Lula luego de los desmanes de Collor de Mello, Argentina trató de cambiar luego de la desgracia combinada de El Innombrable + El Incompetente y Bolivia trata de sacar la cabeza del lodazal en el que la metió el otro brillante primermundista Sanchez de Losada.
En todas estas gestiones el denominador común ha sido: privatizaciones + corrupción + fractura social agrandada hasta límites inconcebibles + represión y muerte. Los presidentes que llevaron adelante estas políticas pueden ser catalogados todos como simples delincuentes: su prontuario es superior al de los más encumbrados chorros internacionales.
Estas políticas llevaron a nuestros países a un abismo tal que la propia gran burguesía – algo inquieta frente a las consecuencias del proyecto impuesto por su sector más inescrupuloso – toleró de alguna forma la aparición de estos políticos "izquierdistas" para estabilizar mínimamente la situación y evitar un enfrentamiento abierto frente a pueblos que buscan desesperadamente una salida.
En este contexto "estabilizar" significa que el estado ponga un poco de orden entre los actores en conflicto (además, claro está, de pagar los costos a los sectores de la burguesía que hayan salido perdiendo, como el caso de los bancos en Argentina, indemnizados por la pesificación).
El festival de rapiña capitalista sin freno de los ’90 dejó ruinas sobre las que ya era imposible montar un mercado mínimamente previsible. Los gobiernos de "izquierda" que se avecinan vienen justamente a intentar rehacer el escenario: si la gestión neoliberal lleva la dinámica del capitalismo a una velocidad frenética, la gestión "izquierdista" viene a ralentar, a poner límites y un cierto orden, pero la dirección de ambos movimientos es exactamente la misma.
III - Dónde estamos parados
Vivimos una etapa en la cual el capitalismo se ha vuelto esencialmente destructivo, al punto que tiende a socavar sus propias bases. Es por eso que las burguesías con más experiencia del capitalismo más antiguo (Europa, Canadá, en menor medida EEUU) sostienen esos límites en forma más o menos permanente. En cambio en la periferia las sacudidas son mucho más violentas debido a que los países imperialistas "exportan" sus propios ciclos de crisis.
Estamos pues entrampados entre una derecha bestial, salvaje y sin límites y una "izquierda" que no es tal. El Pensamiento Único propone (en realidad dispone): con vaselina o sin (perdonen Uds. la metáfora un tanto soez, pero menos que la realidad). Llamar "izquierda" a estos gobiernos no es más que una muestra de nuestra impotencia.
IV - Pensar no está tan mal
¿Qué se puede hacer? ¿Cuál es la alternativa?
Una de las cosas que podemos empezar a hacer es rechazar la prostitución del lenguaje. Ni Chávez, ni Lula, ni Kirchner, ni Morales son izquierda alguna. Y tampoco son la alternativa a nada. No piensan socializar ni una máquina de hacer caramelos, ni son capaces de acabar con la miseria. Aquí el proletariado y los pobres siguen dibujados.
Lo más que podemos esperar de ellos es un margen de negociación un poco más favorable frente al imperio (siempre que logren apoyarse en sectores de la burguesía interesados en hacerlo), una contención de los aspectos más grotescos producidos por la última ola neoliberal (pero jamás una recuperación del nivel de vida a los niveles anteriores, hay que olvidarse de eso, y lo sabemos) y una retórica sentimental cargada de promesas / deseos / esperanzas y tardías reivindicaciones del pasado destinada a convertirse exactamente en eso: retórica.
En los casos más extremos y si es necesario se agitará una atrevida simbología: aquí caben fotos del Che, ex setentistas reciclados y cantitos en nombre del socialismo mientras se paga la deuda externa y se respetan los acuerdos con los pulpos transnacionales de manera religiosa. Hay gente que piensa que eso es ser de "izquierda". Mi recomendación: no compre.
V - El sostén
Lo que sostiene a estos gobiernos es la indecisión del gran capital para determinar cuándo el mercado y la sociedad estarán lo suficientemente "estabilizados" como para dar el próximo golpe de mercado, y como en todo hay matices: los sectores del capital más aventurero quieren romper todo ya y recomenzar la fiesta enseguida, mientras que hay otros que llaman a la mesura y a esperar un poco más el momento en que las bases que sostienen estos gobiernos se debiliten y las empresas mejor gestionadas sean más apetecibles.
Por eso esta gestión es frágil y temporaria, la propia gran burguesía que les cede a su pesar el control político está impaciente por volver a aplicar la recetita neoliberal que ya conocemos.
Las bases populares que apoyan a estos gobiernos lo hacen por una mezcla de miedo a la derecha salvaje y falta de confianza en sí mismas para gestionar el poder: una esperanza / desesperanza combinadas entre la capacidad de obtener mejoras por la vía de la negociación con el imperio y la propia capacidad para imponer un poder alternativo. La durísima derrota de los ’70 todavía pasa factura.
Cualquier analista puede ver que en Bolivia, donde la fractura social es inmensa, Morales tiene poco margen para optar. El desaliento de los más pobres los lleva a intentar la vía democrática impulsando a líderes que los defiendan de los explotadores. Pero el capitalismo es cada día más intransigente y agresivo, dejando cada vez menos margen de maniobra.
De los cuatro mencionados Chávez es el más audaz, dado que su posición es más sólida gracias al commodity petrolero. Kirchner lucha en vano para convencer a una clase capitalista ignorante y asesina que tiene que colaborar en un proyecto “nacional” y Lula ya hace rato ha demostrado que es más de lo mismo. Morales está ante un conflicto tan agudo que lo que sea que haga no podrá satisfacer a las dos partes en pugna.
Ninguno de ellos es eterno.
VI - ¿Tonce qué hacemo?
Me dirán: "¡Pero viejo, Ud. es un extremista, un rojo del '17, para Ud. es todo o nada! ¿Me va a decir que acaso estos gobiernos no mejoraron algo?".
Además de darle la razón, lo que modestamente pienso es que sí, han mejorado cosas y es necesario defenderlos de los ataques de la derecha peluda. Pero es peligroso creer que pueden sostenerse indefinidamente: están haciendo equilibrio entre intereses contrapuestos y el conflicto no se pude ignorar.
Hay que empujar para "aquel" lado todo lo que se pueda, los trabajadores tienen que mantener su movilización y su independencia política, lo que quiere decir: no resignarse y tratar de tomar el poder. Porque el gran capital va a hacer lo mismo más temprano que tarde, va a aprovechar (y a provocar) el desgaste de este molesto impasse y va a lanzarse de lleno cuando la "izquierda" controlada por él mismo agote su ciclo.
La molesta lucha de clases sigue viva, Karlitos querido.
Como ganó Evo Morales en Bolivia, los analistas son unánimes: ¡tenemos un montón de gobiernos de "izquierda" en Latinoamérica! (¡iupiii!). Podemos completar con Chávez, Kirchner y Lula el cuarteto de gobiernos "izquierdistas" que hacen huir despavorida a Doña Rosa.
Lo que nadie dice es que llamar "izquierdistas" a estos gobiernos es la trampa del Pensamiento Único bajo el cual estamos todos aplastados sin poder mover ni media neurona.
El Pensamiento Único es la nueva forma de sutil dictadura a la que estamos sujetos, y según la cual podemos elegir un presidente, podemos elegir un parlamento, y podemos elegir un concejal. Lo que no podemos de ninguna manera, oh tercermundianos, es cambiar nada que moleste a quienes tienen la manija. El que elijamos deberá ejecutar políticas ya cocinaditas dentro de un sistema ya predeterminado por… bueno, por los que tienen la manija, claro.
Por eso es que hoy hablar de política nos suena a paja irrealizable: simplemente hemos internalizado que "no podemos" cambiar nada a cierto nivel. Nos dirigimos entonces a "lo concreto": el semáforo, el bache, el precio del cable, la asistencia social. Y ni siquiera ahí tenemos demasiado éxito.
Y también por eso hoy "izquierda" quiere decir un discurso, una declaración de buenas intenciones y una actitud ante el pasado. Pero lo que de ninguna manera quiere decir "izquierda" hoy es nada parecido a desmantelar el capitalismo. De eso ni hablar, amiguitos.
Ni Kirchner, Ni Lula, ni siquiera el cuco Chávez han tocado una sola de las bases del sistema capitalista. Se han limitado a quitarle algo de poder político a las clases altas para negociar con el imperio algunas condiciones y congelar la catástrofe (aunque casi sin revertir los efectos) a la que fueron llevados esos países por el neoliberalismo ultracorrupto.
Todo esto cuenta con el apoyo tácito (aunque a regañadiantes y por eso inestable) de las grandes burguesías locales.
II - ¿Y por qué, se puede saber?
La razón es simple: no es casualidad que todos estos gobiernos vengan luego del desastre que produjo el neoliberalismo más podrido: Venezuela optó por Chávez luego de la desesperación en la que fue sumida por Carlos Andrés Pérez, caracazo incluido; Brasil eligió a Lula luego de los desmanes de Collor de Mello, Argentina trató de cambiar luego de la desgracia combinada de El Innombrable + El Incompetente y Bolivia trata de sacar la cabeza del lodazal en el que la metió el otro brillante primermundista Sanchez de Losada.
En todas estas gestiones el denominador común ha sido: privatizaciones + corrupción + fractura social agrandada hasta límites inconcebibles + represión y muerte. Los presidentes que llevaron adelante estas políticas pueden ser catalogados todos como simples delincuentes: su prontuario es superior al de los más encumbrados chorros internacionales.
Estas políticas llevaron a nuestros países a un abismo tal que la propia gran burguesía – algo inquieta frente a las consecuencias del proyecto impuesto por su sector más inescrupuloso – toleró de alguna forma la aparición de estos políticos "izquierdistas" para estabilizar mínimamente la situación y evitar un enfrentamiento abierto frente a pueblos que buscan desesperadamente una salida.
En este contexto "estabilizar" significa que el estado ponga un poco de orden entre los actores en conflicto (además, claro está, de pagar los costos a los sectores de la burguesía que hayan salido perdiendo, como el caso de los bancos en Argentina, indemnizados por la pesificación).
El festival de rapiña capitalista sin freno de los ’90 dejó ruinas sobre las que ya era imposible montar un mercado mínimamente previsible. Los gobiernos de "izquierda" que se avecinan vienen justamente a intentar rehacer el escenario: si la gestión neoliberal lleva la dinámica del capitalismo a una velocidad frenética, la gestión "izquierdista" viene a ralentar, a poner límites y un cierto orden, pero la dirección de ambos movimientos es exactamente la misma.
III - Dónde estamos parados
Vivimos una etapa en la cual el capitalismo se ha vuelto esencialmente destructivo, al punto que tiende a socavar sus propias bases. Es por eso que las burguesías con más experiencia del capitalismo más antiguo (Europa, Canadá, en menor medida EEUU) sostienen esos límites en forma más o menos permanente. En cambio en la periferia las sacudidas son mucho más violentas debido a que los países imperialistas "exportan" sus propios ciclos de crisis.
Estamos pues entrampados entre una derecha bestial, salvaje y sin límites y una "izquierda" que no es tal. El Pensamiento Único propone (en realidad dispone): con vaselina o sin (perdonen Uds. la metáfora un tanto soez, pero menos que la realidad). Llamar "izquierda" a estos gobiernos no es más que una muestra de nuestra impotencia.
IV - Pensar no está tan mal
¿Qué se puede hacer? ¿Cuál es la alternativa?
Una de las cosas que podemos empezar a hacer es rechazar la prostitución del lenguaje. Ni Chávez, ni Lula, ni Kirchner, ni Morales son izquierda alguna. Y tampoco son la alternativa a nada. No piensan socializar ni una máquina de hacer caramelos, ni son capaces de acabar con la miseria. Aquí el proletariado y los pobres siguen dibujados.
Lo más que podemos esperar de ellos es un margen de negociación un poco más favorable frente al imperio (siempre que logren apoyarse en sectores de la burguesía interesados en hacerlo), una contención de los aspectos más grotescos producidos por la última ola neoliberal (pero jamás una recuperación del nivel de vida a los niveles anteriores, hay que olvidarse de eso, y lo sabemos) y una retórica sentimental cargada de promesas / deseos / esperanzas y tardías reivindicaciones del pasado destinada a convertirse exactamente en eso: retórica.
En los casos más extremos y si es necesario se agitará una atrevida simbología: aquí caben fotos del Che, ex setentistas reciclados y cantitos en nombre del socialismo mientras se paga la deuda externa y se respetan los acuerdos con los pulpos transnacionales de manera religiosa. Hay gente que piensa que eso es ser de "izquierda". Mi recomendación: no compre.
V - El sostén
Lo que sostiene a estos gobiernos es la indecisión del gran capital para determinar cuándo el mercado y la sociedad estarán lo suficientemente "estabilizados" como para dar el próximo golpe de mercado, y como en todo hay matices: los sectores del capital más aventurero quieren romper todo ya y recomenzar la fiesta enseguida, mientras que hay otros que llaman a la mesura y a esperar un poco más el momento en que las bases que sostienen estos gobiernos se debiliten y las empresas mejor gestionadas sean más apetecibles.
Por eso esta gestión es frágil y temporaria, la propia gran burguesía que les cede a su pesar el control político está impaciente por volver a aplicar la recetita neoliberal que ya conocemos.
Las bases populares que apoyan a estos gobiernos lo hacen por una mezcla de miedo a la derecha salvaje y falta de confianza en sí mismas para gestionar el poder: una esperanza / desesperanza combinadas entre la capacidad de obtener mejoras por la vía de la negociación con el imperio y la propia capacidad para imponer un poder alternativo. La durísima derrota de los ’70 todavía pasa factura.
Cualquier analista puede ver que en Bolivia, donde la fractura social es inmensa, Morales tiene poco margen para optar. El desaliento de los más pobres los lleva a intentar la vía democrática impulsando a líderes que los defiendan de los explotadores. Pero el capitalismo es cada día más intransigente y agresivo, dejando cada vez menos margen de maniobra.
De los cuatro mencionados Chávez es el más audaz, dado que su posición es más sólida gracias al commodity petrolero. Kirchner lucha en vano para convencer a una clase capitalista ignorante y asesina que tiene que colaborar en un proyecto “nacional” y Lula ya hace rato ha demostrado que es más de lo mismo. Morales está ante un conflicto tan agudo que lo que sea que haga no podrá satisfacer a las dos partes en pugna.
Ninguno de ellos es eterno.
VI - ¿Tonce qué hacemo?
Me dirán: "¡Pero viejo, Ud. es un extremista, un rojo del '17, para Ud. es todo o nada! ¿Me va a decir que acaso estos gobiernos no mejoraron algo?".
Además de darle la razón, lo que modestamente pienso es que sí, han mejorado cosas y es necesario defenderlos de los ataques de la derecha peluda. Pero es peligroso creer que pueden sostenerse indefinidamente: están haciendo equilibrio entre intereses contrapuestos y el conflicto no se pude ignorar.
Hay que empujar para "aquel" lado todo lo que se pueda, los trabajadores tienen que mantener su movilización y su independencia política, lo que quiere decir: no resignarse y tratar de tomar el poder. Porque el gran capital va a hacer lo mismo más temprano que tarde, va a aprovechar (y a provocar) el desgaste de este molesto impasse y va a lanzarse de lleno cuando la "izquierda" controlada por él mismo agote su ciclo.
La molesta lucha de clases sigue viva, Karlitos querido.