15 noviembre 2005

¿Y este quién es?


Muchos se preguntan quién es el cotur este. Qué quiere. Qué objetivos tiene. Voy a intentar un retrato.

Por supuesto, están lo que lo que adoran fanáticamente y dicen que es la posta, sobre todo en el mundo árabe es muy popular, venden remeras con su cara, etc. No sé cómo se dirá "Bin Laden es la posta loco" en árabe, pero te lo dicen. Y juntan el dedo índice con el pulgar haciendo un círculo mientras repiten: "posta macho".

Por supuesto, la otra explicación, la de Occidente es que es El Mal, que sólo quiere destruir y crear caos y que es malo, basura, caca. Tira aviones contra edificios para reírse y que lo proclamen Supervillano del Siglo.

Alguno me dirá que efectivamente es un hijo de puta que mata a gente inocente. Estoy de acuerdo, y agrego que no es el único. Lo que me parece interesante es saber por qué lo hace.

Primero me parece que hay que entender a quién representa. La gente nunca tiene poder por sí sola, necesita representar a un sistema de intereses. Por sí mismo nadie es más que lo que somos todos: seres humanos.

Así que para conocer al tipo, veamos en qué escenario se mueve:

A veces uno cree que el imperialismo y la burguesía forman un bloque unido, coherente e indisoluble. Me parece que si fuera así, tendrían menos problemas. Pero los tienen.

El capitalismo en realidad no es un sistema. Son dos. Hay un capitalismo periférico y un capitalismo central. Las grandes burguesías de los países periféricos son socias menores de las grandes burguesías de los países centrales, algo así como agentes menores de los intereses del gran capital transnacional, que ocupan nichos complementarios en la economía del país del que se trate, economía que se dedica básicamente a exportar materias primas y commodities e importar manufactura. Como la nuestra, ¿vio señora?

Así, la burguesía argentina jamás se propondrá como proyecto competir seriamente con la yanqui o la europea. No es negocio, macho. Es mejor seguir en el papel de segundona del imperio, que es muy rentable. Es por eso que jamás tendremos ese ilusorio "capitalismo nacional" con el que tanto nos hacen soñar.

¿Pero qué tiene esto que ver con Bin Laden, nabo? ¡Ibas a hablar de Bin Laden!

Ya va. Esperesé.

Sigo: ahora bien, que la burguesía nacional y la internacional sean asociadas no quiere decir que esta asociación sea perfecta, aceitada, armónica y fantástica. Tienen problemas. No olvidar que no los une otra cosa que el dinero y el enemigo común: la gente a la que explotan, los pueblos.

Cada tanto, la burguesía de un país periférico ve la oportunidad de sacar una tajada más grande de la que saca normalmente. Es entonces cuando empieza con el versito "nacionalista": se acuerda de que existe una patria y empieza a compadrear frente al patrón. Incluso a veces se pone jodida y amaga con aliarse a los sectores más populares. Cada tanto pasa eso en América Latina, en Argentina tuvimos varios episodios de esos: un intento desesperado de nuestra inepta clase dominante para agitar el fantasma nacionalista fue la guerra de Malvinas.

Si esto puede pasar en el culo del mundo... ¿qué puede pasar en Medio Oriente?

Allí, con sus diferencias culturales, el panorama no es demasiado distinto. Los países árabes exportan petróleo. Un commodity con bajísimo valor agregado.

Pero... ¡qué commodity!

El petróleo es la sangre del sistema. Los bifes argentinos eventualmente se pueden reemplazar por un pollito, si falta cacao será cuestión de decirle al nene que no joda y tome la leche sola. Pero sin petróleo la máquina corre riesgo de pararse. Reconvertirse a energías como la solar o eólica es posible, pero requiere mucho tiempo y financiación, además de un plan riguroso.

Poderosos intereses de intermediación se mueven con el petróleo: gigantes capitalistas se dedican a su explotación, refinamiento, distribución, etc. Y esto genera un círculo vicioso: estos poderosos intereses hacen todo lo posible para que NO se invierta en energías alternativas. Con lo cual nuestra dependencia del petróleo es cada día más fuerte. Esta dependencia genera ganancias que incentivan aún más a hacernos depender. Y así.

Ahora bien, la boca del chorro se encuentra en los países árabes. Y el mayor proveedor, lejos, es Arabia Saudita. Pero lejos ¿eh?

Oh casualidad, Binito es de ahí.

Arabia Saudita está gobernada por una monarquía corrupta, bestial y aburrida. Su nivel de lujo es casi tan enorme como su mal gusto. La democracia allí es algo así como un sueño ridículo (pero a Bush esto le importa poco, claro). Para todos los pueblos explotados su riqueza es su maldición, para los árabes muy especialmente. El imperialismo está muy interesado en que los países árabes no desarrollen nada que se parezca a una industria, de ahí que parezcan estancados en el tiempo. No es que sean tarados, es que su papel en el mundo es exportar petróleo y punto. Sus brutales monarquías son bien pagadas por Occidente para que mantengan a sus países sin nada que se parezca a una economía moderna. Sin economía moderna no hay vida moderna, y sin vida moderna no hay cultura moderna.

Ahora bien. La gran burguesía de los países árabes no es homogénea. El botín es mucha guita, muchísima. Pero hay una parte de esa burguesía que cree que ha llegado la hora de sacar una tajada más grande. Que a Occidente hay que hacerle pagar más. Por supuesto, hay otra fracción (la que está por ahora en el poder) que quiere dejar todo como está, que no hagan olas, forros, que así sacamos un toco de guita, etc. (tampoco sé cómo se dice "forro" en árabe, pero dicen así, créanme).

Esa ambiciosa fracción ve que - como consecuencia del modelo que la ha enriquecido - hay masas árabes de millones de personas que claman justicia. Que odian. Que no aguantan más.

Y están dispuestas a utilizarlas para llevar adelante su proyecto.

Bin Laden es el representante más lúcido y audaz de este proyecto, que de por sí ya es audaz. Oigámoslo cuando dice qué quiere: "Que caiga la monarquia saudí y los americanos dejen los lugares santos del Islam (La Meca, etc.)". Los lugares santos del Islam le importan a Bin Ladencito tanto como Santos Lugares, digamos. Como todo verso religioso, oculta intereses bien materiales atrás. Lo que el hombre quiere es quizás no tanto tomar él mismo el poder (no tienen esa capacidad por el momento) sino desestabilizar las relaciones de la monarquía saudí con el patrón (¿ven? no nos pueden controlar, negocien directamente conmigo) y hacer subir el precio del petróleo todo lo que puedan (hace unos meses el mismo Biny declaró, en un arranque bastante menos místico: "El barril de petróleo debe llegar a 100 dólares").

Por mucha simpatía que despierte en ciertos izquierdistas, este tipo no es un revolucionario. Ni nada que se le parezca. Es un gran capitalista, y como todo gran capitalista, no vacila en reventar a quien sea para lograr lo que quiere.

Para luchar contra Occidente recurre a los métodos que una mafia emplea contra otra (y la mafia no es más que una burguesía lumpen). Su acción preferida es el terrorismo de grupúsculos ¿Por qué? Porque Bin Laden no se propone detruir al sistema, sino dominarlo. Tratar de destruir al sistema seria movilizar a las enormes masas árabes detrás de un proyecto revolucionario, y llamar a los trabajadores de Occidente a hacer lo mismo. Eso sería mucho más efectivo que poner bombas en trenes.

Pero jamás hará nada parecido. Bin Laden tiene terror de las masas. No las quiere en acción, por eso las acciones que promueve son de grupitos. Al resto lo quiere rezando y en casa. Por eso emplea siempre el método del atentado puntual ejecutado por pocas personas: mantiene a las masas árabes de su lado desmovilizadas, quietas; y aterrorizadas a las masas de Occidente, a las que empuja de hecho a refugiarse en su propia burguesía (casualmente - o no - el atentado en Madrid el 11-M fue en un barrio obrero).

En el fondo, aún profundamente enfrentados, ellos están de acuerdo en quién es su más peligroso enemigo.

¿Esto quiere decir que no hay nada que hacer? Al contrario: Bin Laden expresa una fractura en lo que hoy es el eslabón más débil del capitalismo en su cadena de suministro. Los muchos que siguen a Bin Laden o tienen esperanzas en él son aliados de los humildes de Occidente. Y que los dueños de la manija se peleen es una mala noticia si nos quedamos quietos, pero si hubiera una direccion política la fractura podría aprovecharse.

Digo, se me ocurre.

Así que ojo con Binito. Y con Bush. Y con todos los dueños de la manija. Aprovechemos si se cagan a golpes, y no les creamos. Jamás.

06 noviembre 2005

Trotsky y La Violencia


Es interesante recordar lo que decía el amigo León David acerca de la violencia. Es un tema que en Argentina ha sido motivo de debate en la izquierda, y lo que me sorprende es que leyendo "Su Moral y la Nuestra" LT parece haber predicho más de uno de los discursos que nos ha tocado escuchar al respecto.


A mí, por ejemplo, el párrafo siguiente me trae muchos recuerdos... del presente. Cada tanto se revive la polémica sobre la década del ´70 y aquí mismo se hq preguntado algo acerca de cierto debate revivido. Veamos qué opinaba LT (el subrayado es de un servidor):

En épocas de reacción triunfante, los señores demócratas, socialdemócratas, anarquistas y otros representantes de la izquierda se ponen a desprender, en doble cantidad, emanaciones de moral, del mismo modo que transpiran doblemente las gentes cuando tienen miedo. Al repetir, a su manera, los Diez Mandamientos o el Sermón de la Montaña, esos moralistas se dirigen no tanto a la reacción triunfante cuanto a los revolucionarios perseguidos por ella, quienes, con sus “excesos” y con sus principios “amorales” “provocan” a la reacción y le proporcionan una justificación moral. (...). En todas las redacciones interesadas se distribuyen. gratuitamente muestras de perfección ética.

Recordemos el debate suscitado en Argentina acerca de los ´70, el párrafo parece escrito expresamente.

Más adelante prosigue:

La base de clase de esta prédica falsa y ampulosa la constituye la pequeña burguesía intelectual. La base política son la impotencia y la desesperación ante la ofensiva reaccionaria. La base psicológica se halla en el deseo de superar el sentimiento de la propia inconsistencia, disfrazándose con una barba postiza de profeta.

Respecto de las identificaciones entre comunismo y fascismo, el desprecio de la democracia, etc. LT hace una caracterización interesante:

El rasgo fundamental de esas asimilaciones e identificaciones lo constituye el ignorar completamente la base material de las diversas tendencias, es decir, su naturaleza de clase, y por eso mismo su papel histórico objetivo. En lugar de eso, se valoran y clasifican las distintas tendencias según cualquier indicio exterior y secundario; lo más a menudo, según su actitud frente a tal o cual principio abstracto, que para el clasificador dado tiene un valor profesional muy particular. Así, para el papa romano, los francmasones, los darwinistas, los marxistas y los anarquistas son gemelos, puesto que todos por igual niegan sacrílegamente la Inmaculada Concepción. Para Hitler, liberalismo y marxismo son gemelos, puesto que ignoran “la sangre y el honor”. Para los demócratas son el fascismo y el bolchevismo los gemelos, puesto que no se inclinan ante el sufragio universal. Etc., etc.

Los rasgos comunes a las tendencias así comparadas son innegables. La realidad, sin embargo, es que el desarrollo de la especie humana no se agota ni con el sufragio universal, ni con “la sangre y el honor”, ni con el dogma de la Inmaculada Concepción. El proceso histórico es, ante todo, lucha de clases y acontece que clases diferentes, en nombre de finalidades diferentes, usen medios análogos. En el fondo, no podría ser de otro modo. Los ejércitos beligerantes son siempre más o menos simétricos y si no hubiera nada de común en sus métodos de lucha, no podrían lanzarse ataques uno al otro.

No deja de ser claro como respuesta a las pavadas de que "los extremos se tocan" que hemos tenido que bancarnos durante décadas de parte de intelectuales respetadísimos. Y para referirse a ellos, LT hace una analogía interesante:

El campesino o el tendero rudos, si se encuentran entre dos fuegos, sin comprender ni el origen ni el sentido de la pugna entre proletariado y burguesía, tendrán igual odio para los dos campos en lucha; y ¿qué son todos esos moralistas demócratas? Los ideólogos de las capas medias, caídas o temerosas de caer entre dos fuegos.

(...)

Los moralistas quieren, ante todo, que la historia los deje en paz; con sus libritos, sus revistillas, sus suscriptores, el sentido común y las normas morales. Pero la historia no los deja en paz. Tan pronto de izquierda como de derecha, les dan de empellones. Indudablemente, revolución y reacción, zarismo y bolchevismo, comunismo y fascismo, stalinismo y trotskismo son todos gemelos. Que quien lo dude se tome la pena de palpar, en el cráneo de los moralistas, las protuberancias simétricas de derecha e izquierda.

Siguiendo con los izquierdistas demócratas, bienpensantes y progres, LT los describe con precisión. En su polémica contra Victor Serge, Madelaine Paz y otros amantes de la paz que le reprochan no valorar el pacifismo como útil para los oprimidos, LT describe sus aspiraciones:

Propondríamos que se nombrara a V. Serge presidente de una comisión compuesta, por ejemplo, de Marceau Pivert, Souvarine, Waldo Frank, Max Eastman, Magdeleine Paz y otros para elaborar un código moral de la guerra civil. Su carácter general se adivina de antemano. Los dos campos se obligan a no tomar rehenes. Se mantiene en vigor la publicidad de la justicia. Para su correcto funcionamiento, se mantiene, durante la guerra civil, una absoluta libertad de prensa. Como los bombardeos de ciudades lesionan la publicidad de la justicia, la libertad de prensa y la inviolabilidad del individuo, quedan formalmente prohibidos. Por las mismas razones, y por muchas otras más, el empleo de la artillería queda prohibido. Y considerando que fusiles, granadas de mano y aún las bayonetas ejercen sin duda perniciosa influencia sobre la personalidad, así como sobre la democracia en general, queda prohibido estrictamente el uso de armas blancas o de fuego en la guerra civil.

¡Maravilloso código! ¡Magnífico monumento a la retórica de Víctor Serge y de Magdeleine Paz! Sin embargo, mientras este código no sea aceptado como regla de conducta por todos los opresores y oprimidos, las clases beligerantes se esforzarán por alcanzar la victoria por todos los medios, y los moralistas pequeño-burgueses no harán más que nadar en la confusión entre ambos campos. Subjetivamente, simpatizan con los oprimidos, nadie lo duda. Objetivamente siguen siendo prisioneros de la moral de la clase dominante, y tratan de imponerla a los oprimidos, en lugar de ayudarlos a elaborar la moral de la insurrección.

Particularmente me gusta la claridad de exposición y la voluntad de ir al fondo de cada asunto. Por eso creo que si hoy reviviera y viera en lo que se ha convertido la 4ta. Internacional... creo que funda una 5ta.

¿No será el momento?